LA CAPA DEL JINETE SIN CABEZA
Cuento
Autor: Eliseo Peraza Lopez
Miami,Fl
Este relato me fue contado varias veces por mi padre, desde que era niño y hasta aùn yo adulto, le pedía que me lo repitiera….
A principios del siglo pasado, siendo un joven campesino, mi padre adoraba el baile, una de las pocas actividades sociales que entonces proporcionaba recreación y
al mismo tiempo establecer amistad con las damitas de la comarca.
Esta noche de Sàbado seria una noche inolvidable…..
Muy concurrido el evento conoció a una linda muchacha, Maria Luisa.
Fuè poco el tiempo del baile y como que todo se acaba, terminò el baile a eso de las 11 y 30.
Con unos "ponches" de màs, se despidió de los amigos, familiares y de aquella linda muchacha y se montò en su corcel gris rumbo a su casa, la finca: "La Jaguita".
Este es el cuento:
"Lleguè por el terraplèn al camino, yo cantaba bajito para no dormirme, tonadas campesinas de Guillermo Portabales.
Aquella luna tan brillante lo iluminaba todo, yo, dormitando a pestañazos y mi potro, como todos los equinos, conocia el camino e iba de regreso a casa con su instinto natural sin equivocarse por el trillo.
La hierba se veía blanca y brillante, las piedras de la loma, mucho mas blancas contrastando con los arboles bien oscuros en donde el camino real se adentraba, a lo lejos, unos relámpagos anunciaban que se acercaba lluvia.
Saliendo de la arboleda, al final del camino, aparece un jinete que se va acercando muy despacio.
De pronto, mi caballo se para y da un relincho (los caballos hacen eso cuando ven algo extraño o algún peligro) le digo; !!Arre,!!Arre y no querìa moverse, tuve que aplicarle las espuelas por lo que salió disparado.
Como iba por el mismo trillo, el jinete se acercaba y seguía al mismo paso......tan lento, que parecìa inmòvil.
Al cruzar a su lado, notè algo raro: Le faltaba la cabeza!
El espanto fue tan grande que muy asustados nos adentramos velozmente en la oscura arboleda. No quería mirar atrás pero al hacerlo de reojo, fue mi error.
El espanto fue tan grande que muy asustados nos adentramos velozmente en la oscura arboleda. No quería mirar atrás pero al hacerlo de reojo, fue mi error.
Mi caballo pasò por debajo de un árbol de aguacate y choquè con una de sus ramas,que de un fuerte golpe, me derribò y perdì el conocimiento.
Al amanecer me despertó llorando uno de los perros de la casa con mis hermanos y mi papà que me encontraron tapado con una capa de hule de esas que usan los monteros para la lluvia…….